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La guerra de los árboles

La guerra de los árboles
Por Enrique Servín Herrera

Cuando recién llegaron los árboles a la Tierra, no sabían en dónde acomodarse, estaban mezclados unos enseguida de otros, no se sentían contentos.

El pino estaba junto al madroño, el madroño junto al táscate, el táscate junto al abeto, el abeto junto al álamo, el álamo junto al pino. Todos estaban enseguida de todos, y no podían estar cada uno con sus hermanos. Se impacientaron. Se empujaban unos a otros, se gritaban. Se apartaban los unos de los otros, porque unos querían estar enseguida del agua y otros querían estar lejos del agua, unos querían estar en las cumbres y otros querían estar en los llanos. Otros en la barranca. Se fueron enojando los unos contra los otros. Todos los árboles se enemistaron.

Dicen que un árbol fue el primero en embraveserse de su lugar.

Entonces todos los demás comenzaron a pelear y se juntaron cada quien con los suyos para vencer a los otros. Se juntaron todos los pinos, se juntaron todos los abetos, todos los madroños y todos los táscates. Peleaban un grupo contra el otro: se desgajaban las ramas, se golpeaban, se empujaban, se rompían los troncos, se deshojaban. Dicen que se clavaban las ramas, se atravesaban, usaban sus ramas como si fueran cuchillos.

Fue terrible esa guerra, por todas partes los árboles se movían tratando de ganar las tierras que más les gustaban y muchos árboles cayeron, arrancados de sus raíces. Los animales y la gente se escondían en las cuevas, con mucho miedo de ser aplastados por los árboles. Los pájaros volaban muy lejos, se refugiaban en los relices y en las cumbres.

Así pasaron meses, hasta que los juníperos ganaron las lomas, los madroños ganaron la entrada de Ias barrancas, los magueyes ganaron las orillas de los voladeros, los abetos ganaron Ias laderas, los táscates ganaron los valles, los álamos ganaron Ias orillas de los ríos y los pinos ganaron las cumbres de las montañas. Así fue como se acabó la guerra de los árboles. Los árboles volvieron a estar tranquilos, se calmaron. Ya no se movieron de su lugar.

Así se cuenta. Y fueron los pinos los que se quedaron con las partes más altas.

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